ANTECEDENTES HISTÓRICOS La
memoria del ser
humano es limitada. Desde que tuvo la invención de los primitivos
sistemas de
escritura, el
hombre los ha utilizado para llevar a
cabo el
registro de aquellos
datos de la
vida económica que le era preciso
recordar.
Las primeras civilizaciones que surgieron sobre
la tierra tuvieron que hallar la manera de
dejar constancia de determinados hechos con
proyección aritmética, que se producían con demasiada frecuencia y era demasiado complejos para
poder ser conservados en
la memoria. Reyes y sacerdotes necesitaban calcular la repartición de
tributos, y registrar su cobro por uno u otro medio. La
organización de los ejércitos también requerían un
cálculo cuidadoso de las
armas, pagas y raciones alimenticias, así como de altas y bajas en sus filas.
Algunas
sociedades que carecían de escritura en sentido escrito utilizaron, sin embargo, registros contables; es el caso de los
Incas, que empleaba los quipus, agrupaciones de nudos de distintas formas y
colores ordenados a lo largo de un cordel, y cuya finalidad, aún no desvelada totalmente era, sin duda, la de efectuar algún tipo de
registro numérico.
MESOPOTAMIA
El
país situado
entre el Tigris y el Eufrates era ya en el
cuarto milenio a. De J.C. asiento de una próspera civilización. Los comerciantes de las grandes
ciudades mesopotámicas constituyeron desde fechas
muy tempranas una casta influyente e ilustrada.
El
famoso código de Hammurabi, promulgado aproximadamente en el año 1700 a. De J.C., Contenía a la vez que
leyes penales,
normas civiles y de
comercio. Regulaba
contratos como los de préstamo,
venta,
arrendamiento,
comisión, deposito y otras figuras propias del
derecho civil y
mercantil, y entre sus disposiciones había algunas directamente relacionadas con la manera en que los comerciantes debían llevar sus registros.
Se han conservado miles de tablillas cerámicas que permiten formarse una
imagen acerca de la manera en que los sumerios llevaban las
cuentas. Gracias a esos testigos, inmunes al paso del
tiempo, sabemos que ya en épocas muy antiguas existían sociedades comerciales, e las que las aportaciones de
capital y el reparto de
beneficios estaban cuidadosamente estipulados por escrito.
La propia organización del
Estado, así como el adecuado funcionamiento de los templos, exigían el registro de sus actividades
económicas en
cuentas detalladas. Los templos llegaron a ser verdaderas
instituciones bancarias, que realizaban
prestamos.
El auge de Babilonia a comienzos del
segundo milenio a. De J.C., es
decir en la época de que data el Código de Hammurabi, trajo consigo un progreso en las anotaciones contables. Aparece entonces una manera generalizada de realizar las
inscripciones, estableciéndose un orden en los elementos de éstas; título de la cuenta,
nombre del interesado, cantidades, total
general.
Los
pueblos mesopotámicos utilizaban ya el
ábaco para facilitar la realización de las operaciones aritméticas, que fueron sumamente laboriosas en todas las épocas, hasta la relativamente reciente
introducción universal de la actual numeración arábiga.
La costumbre de insertar la
plancha cerámica en una varilla, siguiendo un orden cronológico, creó verdaderos
libros de contabilidad.
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